Conocernos como pueblo*



“Si conozco a mi gente
Me conozco
Si me conozco
Conozco a mi pueblo Justificar a ambos lados
Si conozco a mi gente
Y a mi pueblo
Puedo saber quién soy
Y a dónde voy”.
No es nada fácil comprender la historia de San José Iturbide; y no lo es cuando la historia comienza en 1754, el 5 de febrero de ese año, el cura y juez eclesiástico del pueblo de Xichú de Indios (hoy Victoria) el bachiller Don José María Rodríguez, tomó posesión de doscientas varas para la parroquia de idioma castellano. ¿Pero qué existía antes de esa fecha por estos lugares? Creo que ninguno de los libros que se han editado acerca de la historia de nuestro pueblo lo menciona y es de llamar la atención que éste lugar surja a raíz de la necesidad de una iglesia, pero, ¿por qué existía la necesidad de esa iglesia? Eso quiere decir que a los alrededores había pobladores, ¿Pero quiénes eran ellos? Entonces si para esas fechas ya tenía pobladores estos terrenos, significa que ya habían sido fundados algunos pequeños poblados y por lo tanto la fundación de éste nuestro pueblo fue mucho antes de que se tomara posesión de los terrenos para la parroquia.

No pretendo para nada competir con las personas que han escrito acerca de la historia de San José Iturbide, tampoco pretendo dar respuesta a las interrogantes antes plateadas, simplemente quiero manifestarlas, me gustaría que hubiera una explicación más amplia de cómo es que éste sitio guanajuatense fue concebido, cómo es que llega a nacer una población en el noreste de Guanajuato, aún sabiendo que fue paso para llegar a lugares de la Sierra Gorda, como el de Xichú de Indios (hoy Victoria) a donde por cierto pertenecíamos como parte de la parroquia, también el camino real o camino de la plata, el paso de las carretas provenientes de Zacatecas y el mineral de Pozos rumbo a la Ciudad de México.

Resulta muy difícil comprender la historia cuando encontramos muy pocas fuentes a la mano para nosotros quienes somos personas normales y que no tenemos experiencia en archivos y bibliotecas, sin embargo, con los libros que contamos podemos decir que si bien, ya existían muchos habitantes antes de la fecha de la fundación, el pueblo en si nace por una necesidad religiosa y de ahí que aún hoy en día sigamos siendo fieles a nuestras tradiciones y la religión que gestó el nacimiento de éste pueblo, hoy en día, un pueblo muy joven, en vías de desarrollo y crecimiento, pero que desgraciadamente para quienes pretenden gobernarlo, lo siguen viendo como un “ranchote”, San José ya es una ciudad, con todos los servicios y más aún con todos los problemas que pueden aquejar a cualquier ciudad, problemas de educación, de violencia, delincuencia, ingobernabilidad y también con virtudes como son el tener todos los servicios básicos y algunos de lujo como el telecable, el teléfono, calles pavimentadas, semáforos, entre otros muchos que tal vez se me escapan de la mente en este momento de teclear la computadora.

Si bien es cierto que desde hace algunas décadas nuestro municipio tiene tintes de Ciudad, también es cierto que hay algo muy íntimo que no le ha quitado el aire de provincia y es la gente, las personas que vivimos y transitamos en este pueblo, aún tenemos costumbres y tradiciones que nos han formado como seres humanos, que no nos ha trasformado en máquinas pese a las industrias que cada día nos invaden, cierto que esas industrias han traído empleo, sin embargo también han traído más gente y con ello la expansión del poblado, bienvenidas todas aquellas personas que vienen a hacer de este lugar, su lugar de desarrollo y vida, sin embargo también han llegado otras personas que han traído problemas de violencia, con ello el tráfico y la contaminación; es decir parece que San José se está saliendo de las manos de quienes lo gobiernan por falta de una visión a futuro y una mala planeación. Esto porque hemos visto que las empresas traen a sus propios trabajadores administrativos y que pretenden que la mano de obra iturbidense sea únicamente en el aspecto de los obreros. No hay espacios para la gente preparada de San José Iturbide.

Otro rubro en el que nos hemos visto limitados es el de la educación, ¿Cuántos años tenemos esperando una preparatoria oficial? En fin con la llegada del Conalep y los Vibas, se ha combatido ese problema que muchos jóvenes nos enfrentamos al salir de la Secundaria, también la Secundaria es un tema nada cómodo para los padres que tienen hijos en sexto de primaria, ya que es muy difícil colocarlos en alguna de las tres que existen. La educación superior es otro aspecto en donde nuestro municipio se ha visto un tanto castigado, sólo contamos con tres instituciones que ofrecen licenciaturas; una de ellas la Normal Superior que es una subsede de Guanajuato, otra la UNIDEG y el recién creado ITESI, Tecnológico extensión del de Irapuato , pero ¿qué tanto cubren las demandas de los jóvenes iturbidenses? Son muy pocos los que quieren ser maestros de secundaria y otros pocos los que quieren obtener un título de Técnico Superior Universitario y luego estudiar la licenciatura, y que me dicen, la mayoría se rehúsa a estudiar una ingeniería que de nombre parecen desconocidas. Si bien es cierto que estas instituciones han traído oportunidades a gente que si no fuera por éstas no tendría la oportunidad de estudiar y lograr un grado académico, sin embargo, si nos acercamos a las escuelas del vecino estado de Querétaro nos encontramos que en todas y prácticamente en todos los salones hay gente de nuestro municipio, entonces ¿qué le falta a nuestro municipio en cuestiones educativas superiores? ¿Cuándo tendremos instituciones formativas en educación superior para evitar que nuestros jóvenes arriesguen su vida yendo y viniendo a diario a otra ciudad o quedándose en ella?

Otro aspecto que me llama la atención y hace apenas unos cuantos meses, que me puse a reflexionarlo, es precisamente acerca de la identidad iturbidense. Revisando los diferentes libros que existen sobre San José Iturbide, el pueblo en donde nací, pero la meditación me vino en mente cuando al recuerdo se me vino, algo que sucede de manera cotidiana en las dos preparatorias en las que trabajo, en ambas escuelas, los jóvenes cuando les preguntas que ¿de dónde son? La mayoría de ellos responden, “vivo en San José, pero soy de tal o cual lugar…” y siempre niegan ser iturbidenses, otra de las situaciones que me ha tocado observar es, que mencionan que no les gusta San José porque es muy aburrido. Hoy en día para lograr que la población se identifique con su lugar de origen debemos de despertar el sentido de responsabilidad, además de la práctica de la crítica constructiva y el actuar en la resolución de problemas y dificultades en las que nos enfrentamos como sociedad y sociedad plenamente identificada porque convergemos en un mismo tiempo y espacio, razón suficiente para buscar una identidad.

Ya sin más darle vuelta al asunto, quiero adentrarme al tema que hoy en día nos atañe a todos aquí y que es el de la identidad iturbidense, primero, quiero hacer referencia al diccionario y decirles que identidad es “Conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás. Conciencia que una persona tiene de ser ella misma y distinta a las demás”. Es decir, son los rasgos culturales que nos hacen ser un pueblo y es la misma conciencia que tenemos de que somos únicos frente a los demás pueblos y que eso nos permite existir como sociedad, pero, ¿por qué los iturbidenses no nos identificamos con nada? Me refiero a que tal parece que nuestro municipio no tiene un rasgo característico que nos identifique, como es el caso de el huapango en los municipios de Xichú, Victoria, Santa Catarina y Atarjea, o las poblaciones oto-pame, Chichimecas en San Luís de la Paz y los Otomíes en Tierra Blanca, las cestería de la misma Tierra Blanca, los sarapes de Victoria, las carnitas de res y el tianguis de animales en Doctor Mora, entre otras cuestiones culturales que nos hacen identificar claramente a los municipios vecinos y que de algún modo u otro sus habitantes se sienten orgullosos de pertenecer a esos lugares y lo demuestran cada vez que la ocasión se los permite.

La historia nos marca que San José nace en 1754 a raíz de la visita del obispo de México a éstas tierra, para ser exactos a la Parroquia de San Juan Bautista, ubicada en la población de Xichú de Indios, hoy Victoria, y también se nos narra en la historia que en un paraje cercano a las haciendas de El Capulín, San Diego, San Jerónimo y la Hacienda de Charcas, se fundó una nueva iglesia, una capilla para atender a todas esas personas que al tener un enfermo tardaban días en llevarlo hasta el párroco para que recibiera los santos oleos, o moría en el camino o bien en la espera de la llegada del sacerdote. Cierto es que San José se ha caracterizado por ser una población pulsante, llena de innovaciones en sus quehaceres cotidianos, ya que la llegada de las fábricas le ha cambiado la cara de manera casi total, aún, recuerdo los domingos por la tarde en que las personas acudían –después de misa- al jardín, dando vueltas y vueltas hasta eso de las diez de la noche, hoy en día, el domingo y cualquier otro día, el jardín de encuentra casi solo, pocas son las personas que acuden a tomar el aire fresco de la tarde. San José pese a esto no ha perdido su peculiaridad de población provinciana, sin embargo, el que la mayoría de sus jóvenes estudien fuera, ha ocasionado que de pronto San José parezca una población de personas mayores y niños, sus adolescentes se encuentran o en Estados Unidos o en las vecinas ciudades estudiando o trabajando y los pocos que aún siguen en el municipio en ocasiones prefieren negar su identidad, que lastima, no podemos concebir que un pueblo crezca cuando su gente no se ha identificado consigo misma, porque evitará a toda costa luchar por la mejora de los problemas comunes. El quehacer que queda para hoy en día es el de buscar fomentar el valor por la apreciación y el amor al terruño, se que existen personas muy valiosas que se esmeran por poner a San José en la cima de cualquier punto, sin embargo, en las nuevas generaciones de pronto parece olvidarse de que el pueblo en donde uno nace, siempre será el pueblo añorado, ya que se suspira por volver a él y desempeñarse en lo que uno se ha preparado, se añora ver que los hijos nuestros corran por las calles sin ninguna preocupación y en mejores condiciones que como nosotros lo hicimos alguna vez en nuestra infancia, se añora conocer y saludar a las personas que forjaron y nos legaron cada una de las partes que conforman nuestras calles, jardines y por supuesto el templo parroquial que para nosotros, sin duda alguna es lo más representativo, se añora porque nuestras tradiciones no sean olvidadas y se lucha para que no sean vistas como un espectáculo sino se vivan como parte de nuestros rituales de convergencia entre nuestra vida y nuestra muerte.

Puedo decir que San José es un pueblo construido de muchas piedras, de diversos tamaños y formas pero que en el fondo sigue siendo una comunidad, una comunidad viva que se resiste al olvido y que sobrevive a la modernidad combinando aspectos del pasado y aspectos del presente, San José es un pueblo que teje su futuro, pero que también hay personas que pretenden deshilar lo tejido y que se empeñan en sólo ver sus intereses, San José es una pepita de oro que muchos la quieren para gastársela cuando debería ser vista únicamente para pulirla. Sabemos que tenemos tradiciones, leyendas, fiestas y festejos, todos debemos colaborar para evitar que se pierdan, todos debemos poner nuestro granito de arena haciendo el mejor esfuerzo en lo que realizamos y sobre todo no debemos negar la cruz de nuestra parroquia.

*Texto de Jesús Zarazúa Rangel, publicado en la "Nave de Papel" del Diario Pueblo Chico de San Luis de la Paz, Guanajuato, en enero de 2010