Nave de papel. diario Pueblo Chico. San Luís de la Paz.

MEXICANIDAD
Jesús Zarazúa Rangel

“Un nuevo día
sin saber a dónde,
en éste mundo de máquinas
soy una pieza más”.

¿Ser mexicano qué significa en quién lo es?, ¿la mexicanidad cómo se puede medir y cómo se puede mostrar?

México es magia, México es tradición, México es historia, México es hoy.

Ser mexicano dicen es un orgullo, pero lo dicen sin sentirlo, sólo se dice en el mes de septiembre y sólo se manifiesta el día del grito, ¿pero los demás días del año el que se dice ser mexicano qué es?
Cada 15 de septiembre vivimos algo que tal pare todos sentimos y es que cada que llega ésta fecha nos encontramos con que todos traen sus zarapes, rebozos, botas, sombreros y tantas cosas que significan y reflejan el esplendor de nuestra grandeza como cultura y de la cual los actuales mexicanos somos herederos pero que no hemos sabido llevarla a la cotidianeidad de nuestras vidas porque parece que únicamente nos renace cada día 15 de septiembre y los demás días del año se la pasa aguardando el momento en que le demos vida, mientras tanto se la pasa reposando en uno de los rincones íntimos de nuestra alma, pero no permanece guardada celosamente, más bien, está olvidada, se encuentra en decadencia. Pero afortunadamente cada 15 de septiembre sale de nuestros corazones para dar el grito de libertad.
Pero al mantenerla guardada y olvidada estamos renunciando a nuestra libertad, ya que para ser libres debemos traer la mexicanidad bien conciente a diario y en todas nuestras actividades para que nuestro México pueda crecer y ser un país que nos brinde verdadera libertad.



Estamos en el tan esperado siglo nuevo, es el siglo XXI, donde la tecnología, el modernismo, las nuevas olas musicales, y la invasión del plástico se han hecho presentes en cada uno de nosotros, se han convertido parte intima de nuestra cotidianeidad, han traspasado los sentidos y la piel para ser un video plasmado en el alma, un mail que el cerebro manda al corazón y donde dice lo que se debe sentir porque lo vio en la televisión y así lo dicen los comerciales; hay que comprar un sentimiento que su envoltura sea plastificada, hay que adquirir el novio, la novia de moda, compra jeans para que las mujeres más guapas te hagan caso, para que te encuentres con el coche de tus sueños lleno de aventuras eróticas, con eternas vacaciones en la playa de tus alucines, compra, compra, compra, compra no sientas nada que tu corazón es una válvula fabricada por LG, y usa pilas Duracell.
Como ves la tecnología viene a suplir todo eso que no vale, que no tiene sentido, -supuestamente- todo eso que lleva tiempo realizarlo y además dicen que es tradición y que es cultura, pero eso queda lejos, lo nuevo es lo que viene de allá, del norte, eso sí es bueno, ¿qué no has visto la tele, no has entrado al ciber-espacio? Allí se dice y se muestra lo que ha de hacerse y es la nueva cultura.

Con éstas palabras llegamos al 15 de septiembre por la noche al zócalo de cada pueblo, y cuando llega la media noche o la hora en que el alcalde da el grito, las dejamos y empezamos a gritar ¡¡viva México cabrones!!, ¿pero durante el año dónde quedo ese grito, dónde está la identificación con nuestras costumbres, dónde?

Hoy en México abundan los pájaros muertos en las canastas, en los petates, se recogen y se ponen en las vasijas que se han llenado de lagrimas a causa del olvido, se los lleva el torrente que creció con la lluvia de ideas que fueron bombardeadas desde otro punto que desconoce la sensibilidad de éste pueblo maravilloso, que agoniza en cada hot-dog, en las ideas de los súper héroes.
¿Dónde han quedado esas manos que animan el cartón, esas manos que se baten con barro, esos pies que se deslizan suavemente al ritmo musical de los violines, tambores, jaranas, arpas y esos ojos que asombrados descubren los mágicos colores del arco iris que se muestra después de cada lluvia?
Somos victimas de invasiones, nuestra sangre ha sido suprimida por coca-cola, nuestra alma se ha virtualizado en Internet, nuestras tradiciones se han convertido en circo para extranjeros, han desgarrado nuestro corazón haciéndonos ver como objetos sin valor, han deshumanizado nuestro linaje y lo han transformado en un basurero de proyectos, somos conejillos de indias a los experimentos sociales, somos blanco de sus cacerías, somos una especie que quieren extinguir y han comenzado por arrancarnos esos signos que tallados en piedra, en madera, fueron símbolo de nuestro sentir, nos identificaban con nosotros mismos. Hemos extraviado el sol, las tardes que en sus platicas trenzaban historias que los abuelos contaban, esas historias de brujas, del ánima, de la milpa, mientras las abuelas luchaban contra el fogón, la leña, el metate, el molcajete para hacer de comer, para recibir con gusto al esposo y a los hijos que dejaron el sudor en la milpa, que araron un día pensando cosechar un futuro, un mañana, un después, esos hijos, esas mujeres que en los bailes se enamoraban de la vida y se presentaban a un Dios para que les bendijera, para que los guaira y ellos crecer juntos, en la vida, en el amor.
El amor, hoy despareció, hoy se compra, hoy se vende en cualquier tienda de autoservicio, en las transnacionales, se fabrica en maquiladoras donde se explota al hombre, donde se terminan los sueños, el respirar, el sentirse bien, donde muere el buen humor y donde nacen los corajes, la desesperación, la angustia de querer y no poder escapar a esa cárcel, es donde las lagrimas sepultan el orgullo, la sensibilidad y el gusto de decir soy mexicano.

Buscando esas raíces perdidas encontré manantiales necios que no han dejado de tener y producir vida, encontré el sonido de las arpas, de las guitarras, de los violines, escuché el llamado del caracol para reunir las voces revolucionarias en un canto, para ir a la vida, para no dejar morir a éste México herido, somos bastión de lucha, somos guerreros aztecas, mayas, toltecas, chichimecas, olmecas, somos guerreros del México de hoy, somos México, somos quienes con la esencia del pasado haremos la voz de hoy. ¡no resucitaremos a nuestros muertos!, viviremos buscando nuestra vida, nuestra identidad, no nos dejaremos inundar por falsedades que nos despojan del alma, seguiremos en la embriaguez del pulque, en el cobijo de los zarapes, en la digestión de sopes, enchiladas, seguiremos en el fulgor de las fritangas, del castillo, las danzas, bailaremos junto a las mojigangas, bailaremos con banda, norteño, huapango y el mariachi dejará caer los sones al momento en que el castillo alumbrará la noche y los toritos recorrerán las plazas de todos los pueblos y nos daremos cuenta que nuestra especie resiste, de castillo en castillo, de enchilada en enchilada, de huelga en huelga, y que somos vida, somos muerte, somos Tláloc, Quetzaltcoalt y somos cristo, somos difuntos el 2 de noviembre y somos vida el 15 de septiembre. Tenemos sangre de indígena, tenemos sangre de europeos, somos mestizos, somos auténticos mexicanos, somos herederos del ayer, del sol, somos herederos del catolicismo, de las naves marítimas que se mezclan y danzan al ritmo de los violines, que danzan como venados y vuelan de la pirámide del sol a Bellas Artes, de la Catedral a el estadio Azteca, de la ciudad de México a Guanajuato.
México es magia, México es tradición, México es tierra florida, donde hay historia y vida, donde se nace y se muere a diario con la esperanza del mañana, en México hay fiesta, hay dolor, hay riqueza y hay pobreza, México es verdad y es mentira, es papel picado, leyenda, canción, charreada, ritual. México es José Alfredo, Pedro Infante, el santo, Lucio Cabañas, Genaro Vázquez, el Mosh y Marcos. México es reata, jarro, agua, calácas pero sobre todo es lo que cada uno de los que se dicen mexicanos hace de él.

Ser mexicano no es fácil, hay que reconocer las carencias de nuestro país, de nuestro gobierno, pero también hay que reconocer que no hemos sabido ser verdaderos mexicanos, hay que aceptar que nos ha faltado la decisión, el coraje para levantar la voz y ser escuchados, debemos reconocer que vivimos en constante cambio y nuestra respuesta a esto no puede ser el ritual del “haber que sale”. Debemos procurar ser parte de los cambios y los creadores de ellos.

No esperemos que lleguen fechas para conmemorar, vivamos siendo mexicanos todos los días, seamos los que a diario se la parten, porque aún creemos en México, y sabemos de su gente, de las luchas que han contribuido a que seamos lo que somos, no dejemos que la invasión de las ideas gringas aplasten las nuestras, quememos juntos el hallowen y con flores de cempasúchil adornemos nuestra casas para recibir a nuestros muertos, con rosas blancas adornemos nuestras casas para vivir en ellas. no dejemos que otras costumbres supriman la nuestra y mucho menos nos dejemos convencer y cambiarnos a ellas.

México es nuestra tierra y la mexicanidad la hemos perdido, la hemos dejado perder y tal parece que no nos interesa encontrarla y hacerla nuevamente de nosotros.
México es hoy y hoy precisamente a nosotros los actuales habitantes de ésta tierra nos toca organizar la fiesta grande del futuro, nos toca ser revolucionarios para poder llegar a ese 15 de septiembre y gritar con garganta abierta y sin resentimientos y con sinceridad “¡¡¡ viva México cabrones!!!”