Nave de Papel. Diario Pueblo Chico. No. 311. Miércoles 1o de septiembre. San Luís de la Paz.

La Fiesta Íntima de San José Iturbide
Jesús Zarazúa Rangel


Dibujo de Salvador C. Zarazúa Rangel


“Aunque hace mucho viento, es una noche muy bonita
disfruto cada momento y por eso no me meto
que al fin y al cabo el gusto, el goce quién me lo quita
y menos si ando cobijado con el manto de La Virgen de Loreto”


Pese a que la fiesta más grande de San José Iturbide es la que se celebra cada cinco de febrero, a consecuencia de el aniversario de su fundación, en la cual llegan miles y miles de gentes, algunos vuelven del Norte, otros de ciudades como Querétaro, México, Guanajuato, Guadalajara y muchos otros rincones de la república mexicana que se han convertido en tierras adoptivas para nuestra gente, ya que en esos lugares están realizando su vida, aunque muchos de ellos no lo han escogido de ese modo, sin embargo el destino es de esa manera, pero vuelven para reencontrarse no sólo con sus familiares y amigos, sino con su terruño y con ellos mismos, ya que la tierra al igual que la sangre, llama. La fiesta de febrero, se da a consecuencia de la toma de posesión del terreno en 1754 para la erección del templo parroquial, es decir la fundación de nuestro pueblo fue por motivos religiosos.

Los iturbidenses tenemos la dicha de celebrar otra fiesta, también a causa de motivos religiosos y es precisamente el ocho de septiembre, día la Virgen de Loreto, la cual se lleva a cabo en el Templo de la Santa Casa, el cual está ubicado en pleno centro, a una cuadra del Templo Parroquial, sin embargo, esta fiesta tiene algo que la hace diferente a la de febrero, aún sin llegar a ser acaudalada, llena de jolgorios, es una fiesta que contrasta a la calle Allende (avenida en la que se encuentra ubicada), ya que la cotidianidad del diario, la cercanía con las casetas de teléfono, los bancos, el Internet, las grandes papelerías y por supuesto el diario trajín de los automóviles que se ven muy cotidianamente enfrascados, haciendo de ese modo a ésta calle, una calle conflictiva, difícil de transitar, sin embargo, los días siete y ocho de septiembre, la calle Allende cambia los autos por puestos, la gente entra en un juego de ir y venir, de ver, escudriñar los puestos y comprar. El aroma a fritangas se siente por toda la avenida, el viento goza dándole vida a los adornos de color azul y blanco, la banda de viento suelta sus acordes desde muy temprano, comienza junto al repicar de la mañana que anuncia algo, algo que tiene vida y que está por explotar junto a la pólvora de los cuetes que anuncian el rosario de la aurora. Después de manera espontánea la vida se desarrolla y se llega una extraña melancolía, un recuerdo a algo más que puestos de pan y tacos, va más allá del ruido que puedan ocasionar los discos piratas y el cuchicheo incesante de la gente, va hasta tocar el hueso de la devoción, hay misa, rosarios, confirmaciones y la gente acude con gusto, con ganas de encontrarse frente al creador a través de la intersección de la Virgen que habita esta Santa Casa.

El Templo de la Santa Casa, es una construcción que se comienza en 1866 gracias al empeño de muchos iturbidenses, es una construcción iniciada por el pueblo y tal vez sea por eso que casi de manera intima cuando se llega su fiesta, es la gente del pueblo quien la organiza, quien la vive de manera muy especial, cierto es que hay gente que viene y visita, sin embargo en ese río de gente, existen caras muy conocidas, es la gente de la cabecera municipal, es la fiesta familiar de los iturbidenses y en la cual no intervienen los gobiernos municipales, la fiesta es del pueblo y para el pueblo. Es por ello que esta fiesta tiene un sentido íntimo, fraternal que en verdad nos deja disfrutarla. A esta celebración se le ha dado un toque muy distinto, ya que en ella convergen tres elementos esenciales que tocan la raíz de un pueblo, la devoción, la música y el comercio, elementos fundamentales de la vida humana.

En la devoción encontramos la fe, esta fiesta aún es como las de antaño, estructurada de la siguiente manera, la novena a la Virgen, a la cual acuden las señoras y todas las personas que son originarias y cercanas al lugar donde se encuentra el templo. La misa de función con el Señor obispo y las confirmaciones, la danza a la puerta del templo, ya también de forma tradicional se presenta la Danza de “Los Rayados”, quienes con su tambora y su violín hacen que la gente guste, que los niños se acerquen y de pronto cuando se acercan al denominado “diablillo” lloren, se asusten e incluso corran a donde está su papá o su mamá para sentirse protegidos y la pólvora con la que se inicia la fiesta, desde la mañana con los cuetes que pretenden dar aviso que la celebración comenzó hasta el castillo culminación de la fiesta, acompañado de esas bombas que adornan el cielo de nuestra ciudad y le devuelven lo ancestral que a veces en la modernidad se ha perdido, dándole el aire que necesita para respirar .

La música, la banda de viento “los músicos trompa de hule” que tanto gusta a la gente, que tanto sabor le dan a la fiesta, tocando las canciones de moda también los clásicos corridos. Además esta fiesta de la Santa Casa, tiene la dicha de cada año contar con el son, desde que recuerdo a esta celebración acuden Los Leones de la Sierra de Xichú, que con sus versos improvisados y sus sones huaxtecos le dan un sabor más a pueblo, sin dejar de lado las interpretaciones en huapango arribeño sobre los temas de actualidad que competen a todos los que vivimos en este país y que van enlazando conjuntamente con lo sucedido en el instante y que hacen que sea divertimento para las personas que ahí acuden. También importante la participación de la Estudiantina Dobla Provinciana, originaria de este lugar y con más de 20 años de existencia, que siempre le da el aire juvenil a la fiesta, además de divertir con sus chistes y sus brindis que tan famosos se han hecho por la región.

El comercio, aunque no a gran escala, encuentra en esta fiesta una salida y una esperanza de vida, ya que muchos puestos locales y fuereños, buscan vender y tener lo que las personas quieren comprar aunque no lo necesiten, si caminamos por la avenida encontramos puestos de pan, de discos, de gorras y principalmente puestos de comida, tacos, guajolotas, pozole, enchilada y un sin fin de comida lista para degustar y más adelante, allá por el jardín se encuentran los juegos mecánicos para los niños, un escaparate a la cotidianidad que viven en la escuela.

Esta fiesta es el pulmón que le brinda el oxigeno a San José, que le da el aire a pueblo, que hace a un lado lo cotidiano, lo moderno y nos vuelve a un pasado común entre nosotros y nos vuelve familia.

“Ya suenan las campanas y los cuetes anuncian la fiesta
la gente se apresura para llegar a misa
los niños en su ropa muestran su blancura
la danza en su tambora llama a la tradición
y en los puestos de comida se encuentra el sabor
de un pueblo lindo y con aires de ciudad
sin embargo hay algo más que eso
y es la devoción, la vida misma que hay aquí
y que a diario corre y se da un descanso hoy
para ir a saludar, persignarse y rezar
a la Virgen que está en su altar
a Dios que está en el lugar
mientras la gente goza, come y se divierte
pidiéndole un cambio a su suerte
hoy en este ocho de septiembre
en la Santa Casa de Loreto”