Nave de Papel. 22 de octubre

Un día antes del fin del mundo
Jesús Zarazúa Rangel


Liliana ya me había dicho que el sábado saliéramos a un baile, la verdad lo pensé, pero accedí sin mucho renegar. Está bien en dónde te busco.
-En mi casa –respondió. Fui a las nueve a buscarla, tardó un poco, es mujer –pensé- en lo que se arregla, va al baño, vuelve a arreglarse y vuelve al baño. Voy a tener que esperar un rato.
-No me querían dejar salir –pronunció inmediatamente- pero ya estoy lista. Vámonos. La tomé de la mano y nos dirigimos a donde era el baile. Me le acerqué, sentí sus manos lisas y calientitas; apretándose a las mías, la besé y caminamos muy lento por esa calle larga, polvorienta, sola, sola como si nadie la habitara, con esas lámparas de luz opaca, como si estuvieran a punto de extinguirse de esta vida, pero ideal para dos que buscan la soledad, la oscuridad para hacerse caricias, para besarse y decirse con miradas que el amor existe entre ellos.
-Ahí es el baile –dijo- vamos a meternos. Entramos, vimos que estaba muy lleno, era un espacio pequeño.
-Vamos allá afuera. Buscamos donde sentarnos para platicar. Saliendo, vimos que enfrente está la escuela en donde ella estudió. En la entrada seis o siete escalones, nos fuimos, buscamos el lado más oscuro y nos acomodamos. Ella se recargó en mi hombro.
-¿Ves aquella estrella? –la señaló son su mano- me gustaría algún día ir al espacio, conocer el universo y desde allá ver la pequeñez de nuestro planeta y saber que en el hay seres maravillosos como tú. Me sonrojé un poco.
¿En verdad te gustaría viajar por el espacio y conocer diferentes cosas? – le dije- pues para eso necesitas la imaginación, tu creatividad o un libro que te hable de eso. O la televisión –agregó ella.
-Pues la tele no tanto –apunté- ahí pasan demasiada violencia, muchas mentiras y además impide la imaginación. No hay nada mejor que crear sus propias imágenes – le mencioné- a propósito de noticias, no has visto que precisamente mañana va a pegar un meteoro gigante y es casi seguro que provoque extinción de animales, plantas y humanos a consecuencia de los grandes cambios climatológicos y catástrofes que el impacto puede provocar, es decir estamos a una cuantas para que el mundo termine.
-No me espantes, ni me digas mentiras –me dijo- que el mundo se le acaba a cada quien y no en masa. Bueno –respondí- eso creemos nosotros, pero ya hay vestigios de que el mundo se acaba en masa, además hay que ser concientes que el universo es gigantesco, incomprensible para nosotros y que en el existen mundos, vidas, cosas , guerras que inician y terminan, que hay planetas y luego se destruyen y que eso no ha sucedido desde hace millones de años y en los próximos millones de años seguirán sucediendo, además si no conocemos nuestro propio planeta y todo lo que hay en el, cómo podemos imaginar o saber lo del universo.
-¿A poco crees en fantasmas o a ti te han espantado? ¿no crees en nada de eso? –cuestionó y me miró sonriente.
-Bueno, lo que sucede que he tenido algunas experiencias y no es bueno decir si son ciertas, porque pueden tratar a uno como loco, pero hay cosas que conozco y otras que en verdad no se nada. Fíjate –comencé a relatar- hay cosas que suceden en la soledad, en el silencio e incluso cuando no hay más ruido que el rechinar de tus tripas, ahí es cuando se pude dar uno cuenta de mucho de lo que existe, es cuando el ruido que no se capta fácilmente se deja oír y es aturdidor. Me ha tocado ver sombras, luces, hombres, mujeres que de pronto aparecen y luego se desvanecen como si hubieran sido sólo un sueño, y al final no es nada. Pero no he visto más allá.
-¿Cuántas veces has visto cosas?
-Pues no se, muchas y regularmente se ven cuando se anda solo, pero no se puede asegurar que sea real. Creo que es cuando uno está en un estado de muy poca conciencia y es como un hilo delgado entre el dormir y el soñar, entre el vivir y despertar. No se es algo complicado – le dije mientras miraba ella el reloj.
- Ya son las doce de la noche, a qué hora dices que va a chocar el meteoro con el planeta.
- A las tres de la mañana.
-Pues todavía faltan tres horas –mencionó- volteó y entonó una canción que desde el baile se escuchaba, “dime si quieres andar conmigo” –cantó y luego guardó silencio. Sabes –me dijo- un día soñé que andabas por la calle de la parroquia, esa que da al viejo callejón y te veía, éramos novios, pero no andábamos juntos, luego, unos demonios te llevaban quién sabe a dónde, desapareciste. Desperté y me di cuenta que sólo fue un sueño, le conté a mi mamá. Bueno ya me voy, sino, no me vuelven a dejar salir contigo.
-Como quieras le contesté, le apreté la mano y acerqué mis labios a los suyos y nos besamos, nuestro primer beso, justo un día antes del fin del mundo.